Negro aforismo
No es la culpa, si no el grueso temblor que portamos. Las circunstancias se sacuden como rameras a plena luz del día y por las noches se desarman como arena. ¡Pero no! No hay de qué preocuparse. O se tiembla, o se tirita, o se sacude y nos estrujamos para que no lleguemos a la inevitable sucesión de hechos terribles. (Gracias por el delirio / Poemario inédito / Esteban Salinero)
Comentarios
Muchos cariños
Saludos
Giuseppe
Yo que vivo en la ciudad que pudo haber visto a Roque Dalton envejecer.
Yo que vivo en esta ciudad que no vio a Roque Dalton envejecer.
Yo que vivo en esta ciudad donde a los amigos ancianos de Roque Dalton les robo una académica cubana y oficial todas las cartas, todos los posa-vasos con guiños y letras, de todas las tavernas donde se embriagó.
Yo que viví en la fétida pieza donde se entristecía Roque Dalton.
Yo que nunca leí ni a Roque Dalton ni a sus comandantes y revolucionarios asesinos.
Yo que vivo en esta ciudad donde un poeta a Neruda le robó su apellido y Seifert murió de pena.
Yo que sé dónde estuvo la casa de Rilke y donde nunca bebió café Franz y Max.
Yo que vivo y escuché los pasos de los Contreras y los Gordones, por izquierdista y testarudo.
Yo que vivo y escuché los pasos de la StB y la G2, por testarudo izquierdista y enamorado.
Yo, hermanos poetas, no comulgo con hostias a la hora de las misas.
Yo no pongo ni la otra mejilla ni el poema.
Yo que vivo.
Yo, o me escondo o ametrallo.