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Mostrando entradas de mayo, 2008

esbirros y testaferros

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mil esbirros mil testaferros todos serviles todos han muerto lamebotas, limpiasables, guardarropas, comerciantes mil esbirros mil testaferros ¿de stalin o hitler? ¿del padre o la madre? ¿de lenin o el zar? en El Vaticano jamás han habitado ángeles mil esbirros mil testaferros comen o muerden esa mano como si fueran perros

der process

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no desdigo, ni revierto nada que se use en mi contra o en la vuestra, lector. se dicen tantas cosas y tantas otras más. proclives al efectismo de la histeria, y al aventurado juicio. no sumarán más de tres o cuatro los juicios pendientes que tengo con la moral y/o con las buenas costumbres. serán cosa juzgada y, que les quede claro, no pasaré, ni pasaremos por Nüremberg (aunque ya he estado allí por otra razón) ni La Haya ni sórdidos tribunales. La justicia de los hombres, como a muchos, me causa una risa de niño, en día de circo, apludiendo a todos estos payasos.

ata

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enredadera, no fuiste suficiente los largos péndulos que cuelgan de tu ignota madera no hacen de esta alarma el pulso suficiente armarse de fe, armarse montaña, de ak-47 kalashnikov (el mejor fusil de guerra) armarse de tu lágrima y del sollozo que jamás he visto. enredadera, no vienes por el muro vas por entre los ladrillos y te armas y no es suficiente creces a dáctiles susurros no te corte ninguna mano arrima tu escalar, habrás de hacerte recuerdo o el paso de mi paso sobre tus pasos a orillas del Moldava, en la bendicióna... antes de mis sueños

penitente

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abro entre diente, muela y uña el rumiante paso del andar en navíos y marchas. siempre grandilocuente, siempre atronador, mordiendo los dedos para no arderme ni ardernos. pasos de Budapesterstrasse pasos de Wallenbergstrasse pasos de Kurfürstendamm de Holesovice del Nove Mesto del Stare Mesto de Malá Strana de Unter den Linden de torres y victorias de madame Popova acercándose, me duele su ojo casi de vidrio sobre el Karluv Most y el camino al bar Blu de calle Kozí 15 y la penitencia en la Gare du Nord y los aleteos en la Rue de Malte y el Boulevard Voltaire sin nos y una maleta que cae en la estación Oberkampf. me duelen las agonías ya vividas y me reviven las vidas ya muertas y aunque no he muerto ni nadie ha muerto en sí, ni en mí porto las llaves gastadas del abrir y cerrar una y otra puerta como si del rústico departamento de Milady Horákové se tratáse