Último sol


En sus campos
en los faldeos
yacen los muertos,
respiran aún los heridos
a sus pisadas
a su embestida terca
a su avance de caudal
rabioso y sostenido
como de fusileros.
¿Cuántas balas de plata,
exorcismos, estacas o crucifijos
necesitaría un hombre
para acabar con su sanguinaria caminata?
¿Cuántas bestias habría que adiestrar
para iniciar la cacería?
Veo afilar espadas, dagas y oxidados cuchillos
limpiar corceles, alistar armaduras
para ir por aquellos bárbaros,
y al final del día
en la oscuridad de ciego,
sordo y mudo,
en la lejanía
de cojo, muñón y lepra
todos miran y nadie ve,
todos murmuran,
y se estrechan
o se aferran a sus mantras
mas la orden del coronel nunca es dada.
Aguardaremos como siempre,
por otros mil años,
aguardaremos siempre listos,
con nuestros dorsos lacerados,
esperaremos la señal de los elegidos
su arma hacia adelante
indicando el fin,
el último día de todos
y de todo,
el último sol o brillo
de nuestras vidas.

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