Recetario para un caminante (ego)céntrico

Prohibición:
No tapar el sol con un dedo
pues se estipula que debe ser cubierto
apenas con la uña.

Preguntarse:
¿Cuándo has alumbrado acá, sol?
¿Cuándo lanzaste apenas un rayo o un haz de luz, sol?
¿A quiénes entibias y a quienes enfrías, sol?

Se sugiere:
Mofarse de los libros de autoayuda,
de las seudoterapias y
de los consejos fáciles.
Escupir sobre la flores
y orinar en la primavera toda
y en sus colores,
noquear las sonrisas demoníacas
y gentilmente horrorosas de los vendedores.
Azotar a las masas compradoras
para que suban hasta la pirámide
sus enormes bloques.

Se analiza:
La brutal actitud pacífica
como el cordial saludo,
que es una droga tan adictiva
o un whisky tan biliático
como el hastío de los buenos modales
o
la perversidad del consumidor
y su arrollador avance de pezuña.

Analízase también:
Sinfín o infinitas o eternas
o brillantes o espiraloídeas
o sinónimas o arquetípicas luminarias
que marcan el pulso y el tintineo
de un reno como gárgola
de un anciano en rojo como un demonio
de un niño en un establo
que morirá a sus 33
hasta que los mismos doce pusilánimes
que lo acompañarán lo transformen en
rentable negocio.

Asume el caminante entonces que en:
los arrabales,
los manicomios,
las correccionales
los conservatorios
los burdeles, bares y garitos
las esquinas rosadas, negras o de grito
no hay ni habrá festejo
eso queda a:
lo divino,
lo metafísico,
lo satánico
lo coehliano
lo carnavalesco
lo ditirámbico
lo jubiloso
lo jactancioso

Síntesis (tareas para realizar en casa):
Regálese un par de días de ceguera.
Tape el sol con una uña
no con el dedo
así se hace ciego
se hace no vidente
no ve tantos horrores

ni a masas pestilentes.