condicionamiento de un miércoles


Se ha encendido la luz de alerta,
roja como la bandera que una vez ardió.
Estás en bata leyendo el diario.
La pulcra cala que lloraba,
hoy sonríe y te da la primera bienvenida.

Sí, siempre el asombro o el matinal buenos días
a quien veas en los primeros cinco minutos.

Ayer fue miércoles y vendrá por la tarde
y para lo que resta de semana,
a saber (como dijo el funcionario):

La vista temblando sobre el radio de una sombra
que te llevará firme a todas partes;
la triquiñuela al maldito sol que te saluda con cara de oficinista;
el mantra de los computadores;
el placebo que sostiene el día a día;
el viernes o el sábado empujado por las CAUsalidades;
y el domingo temblando en la cama,
(donde habitarás entre películas
acaso ya muerto)
o imaginando el lunes
para que lejos de tu paso pobre de metáforas,
tengas otro punto de partida.

No te pierdas.
Siempre estamos ahí,
como las hienas o el óxido.
Serás, mientras vivas,
la carroña sagrada que alimenta al menos a un alma
con la que hablamos cada vez que exhibimos un nuevo nombre,
tu nombre.

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