Precisión Lubenziana


Caminamos con el maestro por la quinta de su casa. De pronto extrae un antiguo sable de entre su ropaje y corta uno de los frutos del nogal en dos. Guardo silencio.

- ¿No va a decir nada?
- ¡Qué precisión! - exclamo temeroso, mientras él me observa con la espada en la mano.
- ¿Precisión? - Lubenzo se encorva para recoger la nuez partida por la mitad y de manera horizontal
- Fallé por dos milímetros. El objetivo era la hormiga.

Lanzo una bocanada de humo y contemplo el filo del sable. El maestro entona un antiguo tango y sigue caminando por la casa quinta.

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