La guerra venía en camino
Supuse que las cosas no estaban bien, lo decían los kioscos, nadie más. El resto de los funcionarios guardaba silencio y asentía. Encogiéndome de hombros, con un cigarrillo en el labio, le comento a Aníbal que me huele a sospecha, que eso lo maneja el gran cerebro.
-Al final del túnel está la luz - dice mi camarada.
- Sí, siempre - le digo - y nadie la alcanza.
-Claro, porque siempre hay un tipo montado sobre un carrito que pone reversa y se encarga de que jamás la agarres.
- Te metes al túnel, ves la luz y nadie va a alcanzarla - le digo riendo
-¡Jamás!
Le tomo el hombro y lo dirijo al café donde siempre están las chicas. "¡Ahí sí que hay luz!", pienso, y enciendo mi cigarrillo.
-Al final del túnel está la luz - dice mi camarada.
- Sí, siempre - le digo - y nadie la alcanza.
-Claro, porque siempre hay un tipo montado sobre un carrito que pone reversa y se encarga de que jamás la agarres.
- Te metes al túnel, ves la luz y nadie va a alcanzarla - le digo riendo
-¡Jamás!
Le tomo el hombro y lo dirijo al café donde siempre están las chicas. "¡Ahí sí que hay luz!", pienso, y enciendo mi cigarrillo.
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