Los señores


Van y vienen con paso igual cada día.
Nibelungos amaestrados para proteger los tesoros,
calcinados bajo el tedio del ius
de la balanza y la ciega estatua.
Problemas, laceraciones, destinos,
obstinadas disputas.
El códice manda,
las fojas se imponen,
y los señores se hacen cíclopes estreñidos,
laboriosos picapleitos,
honorables tinterillos,
administrador de horrores.

¿Qué fue del jubiloso muchacho,
pelilargo, paticorto, ,
que pasó del hablar laxo
al lenguaje enrevesado,
y la semántica torcida;
de mirada diáfana
a ojos torvos;
de la mano sudorosa
a un apretón seco,
casi de muerto?

Mal de males, dolor de dolores.
El infarto es incipiente
en el corazón de los señores.
No ven existencias si no leyes,
no ven lágrimas si no falsedades.

Y yo... Yo que estuve una vez en la misma trinchera,
en el mismo desborde.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
! Qué bella reflexión Esteban!
Besos
Pepa
Anónimo ha dicho que…
Algunos de sus poemas deberian ir al papel, ese que solemos llamar libro.
Esteban Salinero ha dicho que…
Gracias por sus comentarios.
Pepa, ya sabes lo que son "los señores". En este caso, me refiero a los señores leguleyos, de los cuales me zafé hace ya más de una década. Persistiré en otras tipologías de "señores".
En cuanto a llevar esto al papel, apreciado Usuario Anónimo, debo decirle que ya trabajo en eso y espero que pronto algunos de estos, y tantos otros no publicados en este sitio, salgan al baile.
Saludos
e.
Azra ha dicho que…
Que poco casual es el azar, ese al que un día aluden Los señores para decir: "bah, fue sin querer, por puro azar"
Tanino ha dicho que…
que dificil es crecer sin dejar de ser niño. Todos llegamos alguna vez a esa coyuntura, todos te presionan, hay que ser eficiente, hay que demostrarlo, ostentarlo. Yo me di cuenta algo tarde de la decisión errada, pero tuve el valor para devolverme y comenzar de nuevo. ahora respiro.
Giuseppe

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