babel



concurre el mismo hecho a la misma hora,

no se da por sabido el cruce

que se niega y retuerce en su destino,

cuando el fiero tráfico lastima un oído

y la convocatoria de suceso y minuto languidece en el saludo.



al paso se dicen tantas cosas:

bendiciones, parabienes, enhorabuenas

o la simple ignominia

que, testigo desde su altar,

no alcanza a beber el vino de la

causalidad (y no de la casualidad).



lentísimo adaggio de arrabal

o sopresiva fuga de metrópoli,

entre contadores, tinterillos, leguleyadas,

lanzas, cafés y estafa

hay una sorpresiva mano que atrapa.



se vienen los recuerdos volubles,

la pregunta de cajón

y la invitación pendiente de hace años

de hace mil siglos

cuando ambos nos conocimos,

en un árido montón de piedras

que moldeaban una ciudad

la que jamás cuajó,

en ese estúpido sueño,

en esa torpe comparsa.



¿como en Babel, recuerda?


sonríe el encontrador,

toma el bolso y marcha.

el encontrado

revisa su billetera.

hay dinero suficiente,

nadie dice nada...

Como en Babel

¿recuerdas?

Comentarios

Erik Fernández Farfán ha dicho que…
ignominia...se repite en ambos poemas...babel y ombligo...retumba en su oído...
y en el mío.


saludos

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