Gare du Nord
Bebo, rústicamente bebo, y dosifico la bebida para no tener más dolores que los que ya porto.
Bebo, bebo vino y noto cómo la sangre lo va recibiendo para quedarse allí dando vuelta quien sabe por cuánto tiempo.
Ya no bebo inconsciente, sé de manera perfecta por qué lo hago. Ejecuto el sorbo a la copa de modo anestésico, para que los tristes días den paso a las bellas noches o viceversa.
Bebo lento. Difruto este beber. Me hace un nimio artilugio, una piedra indolora.
Bebo, porque me convenzo de que hago o hice lo que tengo o tenía que hacer, de que conduzco este enorme cuerpo y espíritu a los lugares a los que debe ir.
Bebo lejos de los míos. No hay con quien chocar la copa ni darse parabienes. No hay bendiciones recíprocas ni miradas a los ojos, ni risas cómplices de bebedores, ni desvaríos.
Bebo. Bebo solo. Imagen patética habrán de pensar algunos y yo digo: "Bienaventurados los que me miran beber, porque de ellos me río a carcajadas".
Bebo solo, mirando a una estación de trenes, donde los tullidos se dejan, se despiden, se reinician o se reinventan.
Bebo amargo, miasma, dulce, rojo, mientras mi destino en un puño, comienza a deshojarse.
(Habitaciones / Escritos inéditos /Esteban Salinero)
Bebo, bebo vino y noto cómo la sangre lo va recibiendo para quedarse allí dando vuelta quien sabe por cuánto tiempo.
Ya no bebo inconsciente, sé de manera perfecta por qué lo hago. Ejecuto el sorbo a la copa de modo anestésico, para que los tristes días den paso a las bellas noches o viceversa.
Bebo lento. Difruto este beber. Me hace un nimio artilugio, una piedra indolora.
Bebo, porque me convenzo de que hago o hice lo que tengo o tenía que hacer, de que conduzco este enorme cuerpo y espíritu a los lugares a los que debe ir.
Bebo lejos de los míos. No hay con quien chocar la copa ni darse parabienes. No hay bendiciones recíprocas ni miradas a los ojos, ni risas cómplices de bebedores, ni desvaríos.
Bebo. Bebo solo. Imagen patética habrán de pensar algunos y yo digo: "Bienaventurados los que me miran beber, porque de ellos me río a carcajadas".
Bebo solo, mirando a una estación de trenes, donde los tullidos se dejan, se despiden, se reinician o se reinventan.
Bebo amargo, miasma, dulce, rojo, mientras mi destino en un puño, comienza a deshojarse.
(Habitaciones / Escritos inéditos /Esteban Salinero)
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