babel
concurre el mismo hecho a la misma hora, no se da por sabido el cruce que se niega y retuerce en su destino, cuando el fiero tráfico lastima un oído y la convocatoria de suceso y minuto languidece en el saludo. al paso se dicen tantas cosas: bendiciones, parabienes, enhorabuenas o la simple ignominia que, testigo desde su altar, no alcanza a beber el vino de la causalidad (y no de la casualidad). lentísimo adaggio de arrabal o sopresiva fuga de metrópoli, entre contadores, tinterillos, leguleyadas, lanzas, cafés y estafa hay una sorpresiva mano que atrapa. se vienen los recuerdos volubles, la pregunta de cajón y la invitación pendiente de hace años de hace mil siglos cuando ambos nos conocimos, en un árido montón de piedras que moldeaban una ciudad la que jamás cuajó, en ese estúpido sueño, en esa torpe comparsa. ¿como en Babel, recuerda? sonríe el encontrador, toma el bolso y marcha. el encontrado revisa su billetera. hay dinero suficiente, nadie dice nada... Como en Babel ¿recuerdas?...