suburbia
como todos los pueblos el tuyo nunca volverá a ser el mismo ni el mío el tuyo. se amplía la calle abajo hacia el suburbio venido de las capitales y el indecente espacio en que reside el verano de toda esperanza se mutila entre las piernas navajosas y el andrajoso sudor de todos los días de tu vida. amenizan las comparsas del gobernante el sordo bombo de tarros entre el grito de abuelas o el aullido de un niño calcinado, al amparo del aplauso cínico de la doña que recibe una casa o del don cuyo hálito tinto se hace pastoso, zalamero estiércol, que perecerá en el olvido de una fechada lápida. ¡margen de ilusos, borde triste! no han sido sus habitantes la causa, sino el corno subliminal al son del que danza la miseria humana.