Alguna vez, mi padre severo dijo: "Esta es tu casa" y yo, de manera adolescente, no le creí. no le creí, porque los padres son siempre torpes y anacrónicos, y los hermanos, a veces, una carga. Así es que me largué adonde yo creía, a una casa en la que siempre fui hijo y huésped: Chacabuco 741, San Fernando. El tiempo, el irreductible tiempo, hizo de esa casa escombros y cenizas, un maso de cartas, un acopio de vidas. Y yo no sé si los muertos, o el paso de sus días, mordieron mi amor o aguzaron mil iras. Hoy, que la casa yace en la nada o en la sonrisa he pasado gordo y enorme, olvidado y tenso, por la puerta cancel desde la que vi 200 veranos y mil amaneceres, una tonelada de sonrisas. Allí se batía la guitarra, el brasero cuando eran fríos los tiempos de guerra o la uva tomada del parrón que sacaba tito el enorme para endulzar idas y venidas. yo vi a la fira darnos un beso en la frente cuando todo se desmoronaba y afuera rugía un estruendo de micros rurales, un murmullo de...