No sé en cuanto tiempo más veas todas estas letras enmarañadas, estas frases hechas y deshechas una y otra vez. No sé cuantos ríos de sangre habrán de pasar bajo el turbio caudal de mi existencia, ni cuantas oscuridades ciegas, más ciegas que la miseria, habrán de ceñirse a mi garganta, a mi pecho, a mi habla. ¿Tendrán que hacerse ovillos los gatos; las mañanas, tardes; las noches, días; y blancos los negros para destramarte? ¿Deberán transformarse en líos los problemas, en mentiras las farsas o en montañas las piedras? o, más bien, ¿tendré que seguir el sordo ruido de la respiración de tu flujo o los cristalinos de tus ojos frágiles? ¡Oh, mi cuerpo avasallador, como piedra sobre piedra fría, como redes sobre redes, como letras sobre letras, como notas sobre notas!He de hacerte saber que sin el roce de su halo distante no soy más que un átomo que flota, polvillo ululante, un sonido nimio, un sordo chasquido. Que me voy haciendo fractura, roncha, picazón, quiebre, molienda, torcedura en...